viernes, 25 de febrero de 2011

El dolor en la arquitectura

Muchos años después, frente al pelotón de jurados, gerentes y dueño, Alfredo había de recordar aquella tarde remota en que su padre le agarró los dedos con la puerta.
Podría haber sido vocación de ingeniero o de cerrajero pero lo que nació ese día fue vocación de carpintero, luego ebanista, luego primer premio en concurso abierto de joven bodega boutique.
¿Quién podría adivinar que el estilo levemente barroco español en la arquitectura (turística) de La Hojarasca, ese estilo tan personal, tan apasionado, tan cargado de movimiento, viene de un doloroso, aunque mínimo, descuido paterno?

7 comentarios:

  1. Está historia está inspirada en sucesos reales, o al menos en una conversación real. Permisos de la ficción:
    -La herida, en esa realidad contada o, mejor dicho, conversada, fue infligida por la hermana.
    -Para los hermanos la herida no tiene relación alguna con el oficio.
    -El ebanista todavía no ha trabajado en una bodega boutique.
    -Los nombres por supuesto están cambiados.

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  2. Lo que no te mata, te hace más fuerte.

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  3. Lo que no decía Nietzsche es que, además de hacerte más fuerte, podía dejar una impronta indeleble en nuestras ambiciones estéticas.
    'chas gracias por la intervención.

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  4. Mi viejo decía: “’Me siento presionado, me siento presionado’, por dió, sentirse presionado es agarrarse los dedos con la puerta”.

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  5. Qué esperará el arquitecto? Busca la belleza? Busca la perfección de las formas?
    Puede que necesite que en alguna obra otra puerta se cierre sobre sus dedos, pero los de la otra mano, para que el dolor, OH! Ay,dolor!, para que el dolor sea simétrico y el mundo se aleje del caos de la temible asimetría...

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  6. Cabe aclarar (el título es algo engañoso y eso es un problema mío) que el protagonista no es arquitecto sino ebanista y que, por lo tanto, trabajó en la decoración y no en la estructura edilicia.
    ¿Por qué aclaro (a riesgo de que oscurezca)? Porque nuestro protagonista disfrutaba (como Ud. creo) de la asimetría y si eso puede ser bienvenido en las artes decorativas en la técnica arquitectónica puede ser un riesgo (o varios: el derrumbe, los visitantes que se pierden, etc.)
    Conozco sí otro caso que le pasó lo que Ud. dice (no recuerdo si era arquitecto o economista), un amante de la simetría (por ahí estamos pensando en el mismo). También fue su padre y también fue la mano izquierda, gastó los mejores años de su infancia buscando la apretada fatal en su mano derecha... bajo un descuido de su madre.

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