Como haciéndome cargo de lo autobiográfico del género a los postres, enmarcamos otra imagen final, pura nostalgia, sí, la pucha. Un asado familiar, un picadito de fútbol posterior, de esos donde se mezclan las edades, de primos, sobrinos, padres, algún primo lejano amigo de la familia, donde los números no dan y para hacer la cosa más pareja un equipo se hace más numeroso que el otro, de esos donde por falta de jugadores se juega con arco chico y libre, de esos que duran hasta que la diferencia de goles se hace insostenible o hasta donde lo permite el cansancio.
Palabras apócrifas en torno del buen beber. Versiones surgidas entrecopas. Falsas anécdotas, homenajes y legados sobre, y a partir de, bebidas "inspirituosas".
miércoles, 21 de septiembre de 2011
jueves, 1 de septiembre de 2011
Los dos finales
La colección “Elige tu propia aventura” delegaba la responsabilidad moral en el pequeño lector.
Aquí nuestro pequeño homenaje:
El final triste:
Un languidecer triste, con idas, rencores no hablados, cuerpos solos, sombras, penumbras sobre vides secas.
El final feliz:
Una fiesta de la mañana a la noche, algún casamiento o menos, algún comienzo. Brindis por los novios (o algo así), por la amistad, por la comida, por la belleza, por mero juego. Un final de fiesta con mate, silencios cómodos, mantas a los pies, cielo estrellado, paz, sin tiempo.
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