martes, 22 de marzo de 2011

De a uno, que vayan pasando

Don Hermenegildo había encontrado la fórmula infalible. Siempre abría sus puertas a los testigos de Jehová y siempre les recitaba los mismos versos de Ricardo Mollo:


No conseguía que se fueran, claro que no, pero acrecentaba con paciencia de hormiga las huestes de fanáticos de Divididos.

4 comentarios:

  1. Miren qué creativo Ricardito ehh!

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  2. Tere, Ud. se pasa de confianzuda con el diminutivo. Y creativo es también don Hermenegildo al que se le ocurren esos usos del rock nacional que para qué le cuento.

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  3. Jajajaja, una táctica admirable. Yo tenía una amiga que les decía: "Alá es el único Dios y Mahoma su profeta", pero reconozco que la solución de Don Hermenegildo es mucho más lírica.

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  4. Sí, lo extraordinario del hombre es el momento lírico. Si andamos forzando una explicación se me ocurre que pasa porque él es un creyente en el poder persuasivo de la palabra y en esa creencia se siente bastante solitario. Entonces, ante la visita de los creyentes, le surge una cierta afinidad. Sería por eso (estoy hipotetizando) que busca una solución más poética en el intercambio argumentativo. Gracias, como siempre, por comentar.

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