miércoles, 2 de marzo de 2011

Apuestas II

El difunto esposo de doña Mercedes más que tutearse con el riesgo se toqueteaba con el mismo (con el riesgo, digo) y ya se sabe que juego de manos…
Un empresario nato. Un emprendedor intuitivo.
En orden más o menos cronológico: Apostó a fabricar cocinas eléctricas, teléfonos de baquelita, mesadas de fórmica, apostó al negocio “seguro” de pelo para pelucas, apostó a la infalibilidad de una crema para los piojos y de un dispositivo para tirar la cadena del inodoro, apostó a alquilar unos locales en el Tren de la Costa, apostó a la interné, apostó a un desarrollo inmobiliario con "crédito regalado" en las costas de Miami, apostó a un telo y a una funeraria (por eso de que la gente siempre se muere, entre otras cosas), apostó en la Oferta Pública de Acciones de Clarín, apostó a unas acciones del Citi y de Playboy a precio de "ganga, ganga", apostó al regreso del paddle con la nostalgia de los ’80… apostó todo lo que tenían excepto la casa, el auto de Mercedes, la ropa y la tele… De algún modo, apostó su sonrisa, sus lazos de amistad, su salud.
Lanzaba sus proyectos con fiestas dionisíacas (exagerando) y sus amigos lo alentaban… a seguir gastando en vino.
El rencor viejo de Emiliano viene de un niño que se sentía extraño y solo en fiestas adultas, y se encontraba luego, mañanas después, con un padre taciturno y oscuro.

2 comentarios:

  1. Una pena, porque si hubiera apostado en serio a algunas de esas cosas, Emiliano ahora sería rico.

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  2. Habría que ver qué es “en serio”. Si es por la cantidad de plata el viejo de Emiliano apostaba muy en serio, si es por estudiar la inversión (y especialmente su timing) lo suyo era muy en chiste.

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