miércoles, 24 de agosto de 2011

La consagración de Mecha

María de las Mercedes Cárdenas alcanzó su consagración artística a los 72 años ya de vuelta de muchas cosas (de la viudez, entre otras).
La cosa fue más o menos así: Su hijo, a pesar de la consabida incomodidad con las estridencias y extravagancias de Madre, llevó uno de sus cuadros a su nueva oficina. El jefe lo vió, le gustó y le pasó el encargo para las galerías de la empresa y de ahí, en pocos meses, la fama, la retrospectiva en el MALBA, el tan fotogénico abrazo emocionado con Marta Minujín.
Lo cierto es que (la) Mecha venía pintando (¿para sí?) lo mismo desde la década del ’80: Pequeños cuadros que citaban las escenas de (los almanaques de) Molina Campos con la exquisita diferencia de que los rasgos faciales viraban hacia el animé y los colores buscaban tonos más metálicos.
Su versión de “Almacén de Ramos Generales” me salió en su momento dos mil quinientos pesos (y ella primero no me la quería cobrar), me encanta, sólo dios sabe cuánto sale hoy.

Addenda: 

Ojos gauchos
“¿Qué es un artista? ¿Qué es el arte? Son dos preguntas que, tras las vanguardias, los desplazamientos institucionales, los medios masivos, los múltiples cambios de soporte, el siglo XX nos dejó, como enmarcadas en sendos cuadros en el living del comedor (letra Arial 28, fondo blanco, marco negro en madera, 60 por 40 cms.). Pero ante una obra como la de María de las Mercedes Cárdenas esas preguntas se disuelven ante el peso de la evidencia.
Asombra primero la insistencia en quinientas obras y treinta años de producción de cuatro simples operaciones: citar, acercar el plano, ajustar el brillo, “animar” los ojos. Con las décadas fueron cambiando los soportes pero el gesto es el mismo; más aún, en los últimos años emerge más sólido. Mecha maneja el PhotoShop con la destreza de una quinceañera.
Imposible agotar las lecturas de las series de la Cárdenas.
Sugerencia de revisitar la obra de Molina Campos como molestia (sí, molestia, “síntoma es la fiebre” aclara siempre la artista): Esos gauchos domesticados (pero) (por) grotescos que gozaron del éxito popular.
Orientalismo pionero el de Mecha.
A mí lo que primero me atraviesa es el cambio de régimen, de ser tranquilos testigos del andar gaucho a ser interpelados por esos ojos mirones, expuestos y secretos, inocentes y violentos, guerreros.”

Texto de J.J. bustos que presentó su primera exposición pública en los pasillos de La Hojarasca y fungió como prólogo del correspondiente catálogo.

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