lunes, 22 de agosto de 2011

Enamorados

Se habían enamorado con su madre
(de ser eso posible)
discutiendo apasionadamente
(pensado dos veces, no podía ser de otra manera).
Debería caerle bien:
-jubilado de laburante de sol a sol
-sobrio
-apostrofador del juego
-caminante de a cinco kilómetros diarios.
Pero no:
Sentía que lo sobraba,
que
(sobre todo en la mesa familiar)
cada palabra era una alusión a él
que tenía que andar decodificando.
Interrumpió, justamente, su balance mental don Nicanor :
-El problema no es que la gente (don Nicanor no entrecomillaba) no crea en la dignidad, el problema es que cree que se defiende metiendo la trompa del auto en la esquina, en que si me cerró o no me cerró, en que me deja o no me deja pasar, en quién habla más fuerte. Joder, la dignidad del hombre es otra cosa.
Intervino la esposa de Emiliano, quien sí lo disfrutaba:
-Y Ud., Mercedes, ¿qué piensa?
Emiliano resopló para adentro (de ser eso posible).
Mercedes abrió los ojos sensiblemente:
-No sé, no estaba escuchando -ajena a las cavilaciones de su hijo, indiferente a las elucubraciones de su enamorado, parca frente a las invitaciones de su cuñada, evaluaba si ponerle al tinto un segundo cubito o no.
Quizás no, quizás la mano firme suspendida en el aire, pinzas abiertas cinco centímetros arriba de la cubetera, le estaba contestando a todos muy (pero muy) sintéticamente.

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