Wilmer tomó primero la decisión de vender el hotel alojamiento. Lo hizo con algo de sufrimiento pero preocupado por el constante aumento de la edad promedio de su clientela.
Su señora protestó mucho la decisión, “encariñada” con el negocio familiar… ¿?... Al principio, le había costado mucho acostumbrarse a la idea de vivir de un telo; al final, el cariño era inversamente proporcional.
Reconozcamos que era la responsable de las mejores tácticas de marketing y que tenía una percepción aguda de las fortalezas y debilidades de la empresa. Con sus aportes, el telo se volvió mucho más “mujer-friendly”. Valga como ejemplo su pasillo “A gusto de ellas”: con su habitación “Adolescente”, pintada de rosa y cargada de almohadones, su habitación “Muchacha”, con pósters de famosos para todos los gustos, o su habitación “Joven argentina”, con macetas y sahumerios.
La propuesta de asociarse a una bodega para desarrollar su costado turístico le vino al pelo para resolver la (es)cena familiar.
Después de todo, para sorpresa nuestra (no de ellos), en el nuevo negocio se encontraron con viejos (y viejas) conocidos con similares propósitos... pero estadías más largas.
¡Jaja! ¡Similares propósitos con estadías más largas! ¡jaja! ¿No será mucho? Todos los que viajan están de trampa o quieren tener sexo fuera de su casa?
ResponderEliminarTodo los que viaja no, sólo los que hacen turismo enológico.
ResponderEliminar¿Pero le parece realmente????? A mi me sigue pareciendo muuuucho.
ResponderEliminarPero parece que es así, nomás, así lo cuenta la señora de Wilmer.
ResponderEliminarTeniendo en cuenta los años en el negocio y su cariño por el mismo, habra que creerle a la señora de Wilmer. A mí la habitación 'Joven Argentina' me daría alergia.
ResponderEliminarQué gusto verla por acá. Como usted dice en este caso experiencia y cariño son dos pilares argumentativos irrefutables. Y la estrategia de segmentación de público es así, amor u odio. Eso sí, tenga en cuenta que mi lista quedó corta, aseguran que había para todos los gustos.
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