lunes, 11 de julio de 2011

Golpe de suerte II

Finalmente el Moncho Zapata saltó a la fama fruto del azar y de un gesto breve, para él, insignificante.
Conocedor de la campiña bonaerense, le llamó la atención ver una luz prendida en la quinta abandonada de los Álvarez ¡a las tres de la tarde!
Inocente, se acercó como para saludar y vio las ventanas tapadas con diarios y un muchacho con aspecto de ciudad dormitando a la sombra en una reposera pegada a la puerta.
Cuando estaba a metro y medio saludó:
-¡Buenas!
El muchacho se despertó sobresaltado, peló una navaja y descerrajó una larga catarata de insultos.
(Hay quien dice que la navaja era pistola, que incluso gatilló pero el fierro se trabó).
Los insultos eran varios, poco articulados y en general ininteligibles, pero el "borracho" sacó al Moncho del estado de curiosidad, y el "viejo boludo" lo sacó de quicio (distinta hubiera sido la cosa con sólo un "viejo borracho").
Para ser justos, y a la vez figurar el desenlace de nuestro relato, el Moncho ya se había ganado fama hace algunos años por haber desmayado de una trompada a un caballo arisco.

Alfredo comenta la noticia:
-Como héroe postmoderno da bárbaro: El ciudadano de a pie sólo frente al mal, nostalgia del hombre natural, una cuota de azar.
-Discrepo, bueno, no, no exactamente -pensaba Wilmer- a mí me hace acordar al Batman taciturno de la última saga.

0 comentarios:

Publicar un comentario