miércoles, 25 de mayo de 2011

Otra oda a Néstor

Carlitos, a diferencia de su padre, era de un oficialismo más culposo. Quizás por haber deambulado más por los rincones del Estado. Desconfiaba de las estrategias épicas que no se traducen en tácticas eficientes, agudas, obsesivas en el detalle. Aceptaba a los burócratas militantes, hasta envidiaba su pasión partidaria, pero les cuestionaba duramente su gestión como burócratas. No podía objetar las habilidades retóricas de la presidenta pero secretamente disfrutaba más de las veleidades de payador del conurbano de Aníbal Fernández. 
Se enteró de la muerte de Néstor Kirchner sin demasiada emoción, primaron la sorpresa, la curiosidad, los devaneos sobre la incertidumbre de la historia. Sin embargo, durante ese día, en caliente, de un tirón, escribió su única obra literaria (entre muchos intentos) de algún valor:

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