miércoles, 11 de mayo de 2011

De la calidad del vino en la preparación de las comidas

Otra de las eternas discusiones entre Don Hermenegildo y Don Nicanor versaba sobre la calidad del vino a usarse en la preparación de las comidas.
Frente a las posiciones más heterodoxas que justificándose en la acción del calor abrían un amplio campo de posibilidades en cuanto a calidad (permitiendo incluso un cierto berretismo gastronómico), Don Nicanor recalcaba que la esencia del vino permanece, que si nos tomamos el trabajo de hacer una buena comida bien vale la pena meterle un vino de buena calidad.
Como es de esperar, a Don Hermenegildo le daba más o menos lo mismo e introducía relatividades por donde quiera, por el tipo de preparación, por el tipo de comida, por el vínculo con los comensales, por el momento del mes (cuestión de la durabilidad de los salarios), y así.

(Consultado sobre la cuestión, Wilmer, haciendo gala de su "pragmatismo elegante", sentenciaba:
-Se cocina con el vino que se servirá luego, la apertura de una segunda botella depende de muchas otras variables que tornan poco práctico incluir la probabilidad de ese evento en la decisión inicial.) 

Hubo gente (desquiciada) que osó desafiar a Don Nicanor a reconocer la calidad del vino en una comida.
Don Nicanor no sólo reconoció la calidad del vino sino que también acertó el varietal y la marca (no se menciona si el año).
Las malas lenguas dicen que lo embocó porque tenía un arreglo con el chino, dueño del supermercado homónimo, que como ya sabemos es de prenderse en estas jodas.

2 comentarios:

  1. No me caben dudas de ese arreglo con el Chino. ¡Mirá si va a adivinar la marca! ¡Por favor!

    ResponderEliminar
  2. Conociéndolo al Chino a mí tampoco me caben dudas.

    ResponderEliminar