viernes, 6 de mayo de 2011

Mercachifles

Existen mercachifles de libros viejos, señores de barba blanca, que van a la casa del difunto por pedido de sus herederos a revisar la biblioteca amarillenta para verificar si no hay algo que se pueda rescatar, algo de valor que se pueda vender por una moneda.
La Hojarasca había firmado un contrato con el gremio que los agrupa. Recibía así lo que los arqueólogos descartaban: tomos de viejas ediciones del código civil, libros de mecánica popular, manuales de bordado, Azorines, Amalias, Segundos Sombra...
Con sus hojas, preservando la letra impresa, se confeccionaban las cajas de seis botellas y alguna que otra etiqueta.
No era tanto una declaración ecologista como un postulado sobre el libro: No hay valor per se en el libro (vamos sí se publica cualquier cosa); la letra de molde, las tapas, el lomo, toda esa cosa es tan perecedera como cualquier otra.

Y ya vendrán nuevos mercachifles a descartar lo que hoy sobrevivió por la ilusión de una moneda.

2 comentarios:

  1. Oh... reconozco algunos de esos libros ehh... qué interesante esa postura frente al libro.

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  2. Me alegro de que le parezca interesante. Ahora nos queda el misterio. Si tengo que apostar me lo imagino más cerca de las ediciones de mecánica popular y más bien lejos de los códigos civiles.

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